En esto estamos...

Parar la pelota. Pensar. Otear el horizonte. Levantar la cabeza en la mitad de la cancha y dejar de correr por los laterales mirando al suelo. Hay formas de trabajar la seguridad. Pero lleva tiempo. Planes. No hay respuestas en la urgencia. Este no es un blog urgente. Hay que abrir los ojos. Mirar al otro. Sentirlo. Traerlo. Acá vamos a tratar de reflexionar, de jugar corto para llegar lejos. Vamos a discutir la inseguridad y analizar las políticas de seguridad. Hoy, en general, no hay verdades ni mentiras: hay apuro hueco y complicidades. No nos bancamos el discurso dominante sobre la inseguridad y somos críticos de las cortas respuestas progresistas. Vamos por más. Vamos al hueso. A donde duele. A veces duele sentir y muchas otras, pensar. Somos Criminal Mambo. Un blog sobre seguridad ciudadana del campo nacional y popular.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Puertas adentro

Nos escribió Pancho, un amigo de la casa. Viene de acá y lo compartimos con ustedes. ¡Gracias nene!




Lupus y Rulo, amigos, pensaba en las estadísticas. Esas que indican que si vos tenés 4 pollos para comer, y yo no tengo ninguno, en realidad cada uno come dos pollos. Si probamos la misma fórmula con algunos datos relacionados con la inseguridad, se puede decir que para las mujeres argentinas, es más seguro salir a la calle que quedarse en su casa, en presencia de su marido, cónyuge, pareja o novio. O sea: es más probable que las maten adentro de su casa que afuera, en un intento de robo.

Sólo en el último año, en Argentina murieron 200 mujeres producto de la violencia de género, el maltrato y el abuso. Mucho más que el total de personas que perdieron la vida por la “inseguridad tradicional”. A la mayoría de ellas les metieron un balazo, las estrangularon o ahogaron por celos, porque se ponían una pollera muy cortita, porque salían con las amigas o porque se maquillaban más de la cuenta. Además, 8 de ellas fueron quemadas, o sea que el tipo, más que emoción violenta, tuvo la lucidez para ir a llenar un bidón de nafta a una estación de servicio, o a buscar el tubo de alcohol al baño, y tuvo tiempo de asegurase que tenía fuego o un encendedor en el bolsillo. Entonces, con todo bien organizadito, las bañó en combustible, les tiró un fósforo, cerró la puerta de la casa con llave y se metió en un bar a olvidarse más o menos pronto del asunto. Si eso no es un mambo criminal…

“Un crimen pasional”, titularon los diarios. Parece que esa turrita se acostaba con otro, y por eso no se merecía vivir. ¿Qué relación puede tener la pasión con la violencia? No será que como pasa puertas adentro de la casa de otro (rico o pobre: esto pasa en todos los ámbitos sociales) no lo contamos como parte de aquello que llamamos inseguridad. 

Me encuentro con un médico. Me cuenta qué pasa en los barrios más pobres del lugar donde trabaja. Me explica por qué ellas dejan de tomar los anticonceptivos:
-          Mirá, nosotros se los damos gratis, y les explicamos cómo tomarlos, pero a los 3 o 4 meses vuelven y nos dicen que como no quedan embarazadas sus parejas les pegan, porque se sienten poco hombres porque no reproducen el apellido, y entonces las cagan a trompadas. Y ellas antes de que las caguen a trompadas cada dos días prefieren tener 17 hijos. Lo menos pior, viste.   

Entonces pienso en qué relación pueden tener la sexualidad y la violencia. Y por más vueltas que le doy, no puedo dejar de convencerme de la importancia que tiene la educación sexual y de género en reducir la violencia, en cambiar los tantos y las reglas de juego de lo que pasa dentro de una familia. Porque la violencia y el abuso suelen ir de la mano, pero si es posible pensar en un sistema a través del cual los pibes –desde tempranito, desde la escuela primaria- sepan cómo se tiene que respetar el cuerpo del otro, quizás reduzcamos un poco la cantidad de mujeres asesinadas que se conocen por año.   

Claro, pero como todo esto sólo es parte de la estadística, como sus protagonistas no salen en los medios pidiendo justicia, es muy probable que estas cuestiones –por ejemplo, que en el lugar donde trabajo haya 15 embarazadas de 10 años en los últimos dos meses- no tenga nada que ver con la seguridad.

Con cariño,
Pancho

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