Rulo, entre las frases más conocidas de Perón hay una que me refresca como el aire acondicionado y cae con justicia para terminar el año y proyectar el 2011: "Las revoluciones se hacen con tiempo o con sangre".
La verdad que el peronismo no tiene desarrollada una doctrina de la seguridad democrática (ni siquiera lo intentó, el peronismo como tal jamás discutió la “seguridad”) pero su descendiente natural y orgulloso, el kirchernismo ahora la está empezando a construir. No se trata de una revolución estrictamente aunque en materia de seguridad el grado de reformas que hay que hacer alcanzan el mote de revolucionarias. Porque hay que cambiar mucho.
Y la ruta es la del tiempo, no la de la sangre.
En esa frase del Pocho podemos condensar los dos paradigmas de seguridad que están en disputa hoy en la Ciudad. Un Jefe de Gobierno que pide urgencias, que en tres años no construyó ni viviendas ni subtes ni escuelas, ahora muestra apuro y dice alegremente que 18 días le parece mucho para que “delincuentes ocupen un predio”. Una doctrina que no usa la palabra sangre (porque no queda bien) pero la pide en otro término: orden. A mi, Rulo, la palabra orden me da escalofríos, qué querés que te diga. En todo caso, al orden hay que ordenarlo... con tiempo. Como hicieron Garre y Rafecas en el club Albariños. En el gobierno nacional mostraron claramente una posición que respeta al tiempo y aleja a la sangre. Y por ahí va la cosa.
Estamos en tiempos de tiempos (vale la redundancia) y no de sangre. La seguridad democrática se construye con tiempo o no se construye.
Ese es nuestro mensaje para el 2011. Y nuestro deseo, que va de la mano, es que ese tiempo nos lleve a una nueva realidad efectiva en materia de seguridad ciudadana.
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